Por: Boaz Fariñas
El transito estaba agitado y en el estribo del transporte urbano una prostituta, que se dejo alcanzar por las gotas del agua que decidió lavarle el sucio a las calles, y dejo destilar algunas gotas en el cabello pecador. El olor a tierra mojada se pasea en el ambiente, el calor se ve obligado a marcharse a lugares áridos. Las primeras pisadas del viejo Shemael se detuvieron esa mañana para tratar de verle el trasnocho a la prostituta, entre el lapso meditatorio y sus próximos pasos un silencio y se les llenaron de humedades los zapatos, pensó – la noche le quito la pintura a los labios y le alboroto el cabello, le puso unas ojeras que le quedan bastante mal, esa es una de las tantas historias que se mojan con esta lluvia - en eso pensaba. Callaba mientras que observaba una gota de lluvia del abril caluroso en el que estaba, y se veía en el espejo, gracias a un amigo en ese momento no estaba fumando, en esa callada expresión llego asociar a pecado con urbano.
La mañana anterior, cuando pasaba por el hotel dos amantes salían, y casi todas las mañana le pasa lo mismo, pero los amantes son distintos, no dejo de pensar, en la mirada de la prostituta,, la primera que le producía lastima y tristeza comulgo con su trasnocho, pero siguió caminando, se metió una mano dentro del pantalón, consulto con el tiempo disponible, se rasco un poco la barba y decidió que era hora de tomar café, le pareció extraño tal decisión, pero estaba convencido que en el viejo lugar no habría tanto pecado, como en la calle, además el frió que empezaba a sentirse aumentaba el extrañar de una tasita del marroncito que ya a estas horas de la mañana habría saboreado, poco a poco y entre charcos llego a el lugar, se sentó en la mesa de siempre y al rato llego Ricardo, uno de sus amigos que presumía ser poeta con apenas veinticinco años mal vividos.
-Buenos días ¿Cómo anda todo? - pregunto el amigo, el viejo Shemael se sincera un poco respondiendo – es que la lluvia lo pone a uno medio pendejo, me quede viendo a una de las prostituta de la esquina libre, y medio fue lastima, Ricardo le interrumpe – asco, asco es que me dan a mi, que asco de verdad me dan, pero en fin de cuentas estamos bien aquí, solo hace falta una muchacha hermosa para empezar a escribir una historia alegre como siempre lo
hacemos -.
Shemael estaba en el limbo, tenia la mirada perdida pero fija en el suelo, como tratando de ver otro color en el gris cemento del piso, Ricardo le pone la mano en el hombro le sacude diciendo – ¡epale reacciona! No me digas que la prostituta esa te puso a divagar - Shemael le responde – no vale me preguntaba sobre lo rápido que le pasa a uno la vida. El desfile de personajes, las veces que nos sentamos acá, las tantas tazas del café que siempre fue el mismo, los momentos que nos sentamos aquí a cantarle a las muchachas perfumadas con canela y chanel, pero jamás hemos invitado ni le hemos cantado a una prostituta Ricardo responde airadamente – yo sabia que era la prostituta-.
Shemael asentaba con la cabeza diciendo – no en serio, te pones a ver ¿que tiene de malo?, ni siquiera una rosa le hemos dado-.
En el sonido de fondo se fusionaban, la lluvia y la música de cabaret, que sonaba en un radiecito pequeño puesto sobre un estante de madera, de las siete mesas solo dos estaban ocupadas.
Las calles vacías, y de las tazas de café salía vapor, un vapor que dejaba envolver por el frío solo para ser un poco más claro.
-Nada mas ayer musitabas- dice Ricardo en un tono un poco irónico – me pregunto ¿que será de tus labios? La ultima vez que los vi estaban vestidos de fresas, que acaso ¿se te olvido eso?, era parte de tu nuevo poema maestro – Shemael chasquea un poco y dice – eso es otra cosa, además siento el espíritu un poco jorobado, barba ya esta apunto de sucumbir ante la navaja, mis labios casi olvidan lo que es un beso, y esta noche va a ser frío y tendré que dormir solo con recuerdos, y se suma la vejez que tengo, la verdad es como te dije, la lluvia conspira con la soledad y lo hace con alevosía y premeditación y no veo mal en un tono un poco mas serio, que me sienta así –.
El viejo Shemael estaba con los dedos entre cruzados, mirando hacia fuera como llovía y llovía con fuerza, eso aumenta la incertidumbre del anciano y sin quitar la mirada de desconcierto, se toma un poco de café, tratando de reinventarse otra conversa con Ricardo.
El agua caía a cantaros y fue formando poco a poco pequeños corredores, eso a lo lejos Ricardo lo observaba, mientras encendía un cigarrillo y tarareaba la canción del radiecito que apenas se oía hasta que poco a poco fue cesando la lluvia. La neblina empezó a recorrer las calles y a llenar aun mas de frió los punzantes pensamientos de Shemael que seguía saboreando el café, que ya estaba frío, luego coloco la taza en la mesa de madera se levanto le extendió la mano a Ricardo y le dijo – chao Ricardo, espero que estés bien, no olvides que el café no mata a nadie, lo único que mata es el rato, y de veneno temporal, y como dice la canción “la lluvia es triste y mas si ya hay tristezas”, creo que por eso es que ando así, nos veremos -.
Ricardo se quedo boquiabierto y le dice al viejo – espero que así sea, y cuidado con la prostituta esa, no te lleve a un abismo - eso produjo una carcajada en el viejo, que le respondió a Ricardo con un – chao - camino unos pasos mas volteo y le dijo un poco mas serio – nos veremos -.
Ricardo en esos momentos sostenía el cigarrillo con sus dedos en forma de tijera Shemael le dice – deja de fumar - . Cuando termino la frase ya había llegado a la puerta se acomodo un poco la ropa y salio a la humedad callejera diciendo – Ricardo ni siquiera se imagina que esa prostituta es mi hija -.

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